“Zetas” y los del Golfo se pelean Monterrey
“Los Zetas” y el cártel del Golfo pelean cada calle de esta ciudad norteña y su zona metropolitana. Comandantes revelan que los grupos delictivos que operan en Nuevo León traen armas prohibidas por la OTAN y camionetas blindadasEl reforzamiento de las fuerzas federales en esa región se anunció a sólo dos días de un incremento de la violencia, debido a tiroteos entre agentes y sicarios de Los Caballeros Templarios, liderados por Servando Gómez y Enrique Plancarte
Lunes 11 de julio de 2011 Alberto Torres y Francisco Gómez | El Universal
En medio de la carretera está escrito “Cártel del Golfo”. El convoy se detiene, es casi media noche. Del lado norte de este camino es territorio zeta, a unos metros, en el sur, están atrincherados los del cártel del Golfo. Es uno de los frentes de la guerra que libran estos dos cárteles para adueñarse de la capital industrial de México: Monterrey. En esta historia hay ojos que lo ven todo, oídos que lo escuchan todo y manos que pueden tocarlo todo, por eso aquí no habrá nombres reales.
Hace 10 minutos el comandante Praxedis alertó: entraban a zona caliente. Las camionetas se colocan en zigzag y cierran el camino. Un cielo rojo, iluminado por las llamas de la chimenea de una gasera próxima a Cadereyta, dibuja las siluetas de marinos que aseguran el perímetro. Los faros y lámparas de mano rompen la oscuridad. En las bardas de los lados hay otras pintas: “Aquí andamos al 1000%. Territorio C.D.G.” y “Salganle al toPon Att el Loko Zetas (sic)”.
“Interceptamos unos mensajes. Decían que 200 ‘guapos’ venían (desde Tamaulipas) a reforzar la guerra contra ‘Los Mugrosos’. Así le llaman los del Golfo a Los Zetas. Entonces explotamos la información, recibimos denuncias ciudadanas y hemos dado con casas de seguridad en las que los golfos se están atrincherando para avanzar hacia la ciudad y sacar a Los Zetas. Aparecen pintas y hay enfrentamientos”, narra el comandante Praxedis, mientras revisan los alrededores.
Detrás del Cerro de la Silla, emblema de la capital donde se concentra gran parte del poder industrial y económico de México y viven los personajes más ricos, una batalla se libra día y noche, en lo que para los estrategas de las fuerzas federales es uno de los últimos bastiones para contener el avance de la violencia. Es el triángulo que forman las carreteras Santiago-Cadereyta de Jiménez-Allende, ubicadas al sureste, afuera de la zona metropolitana. Y más al oriente hacia Guadalupe.
La Marina Armada de México le da seguimiento a este nuevo frente de guerra que hace poco más de tres semanas se abrió. Esta zona era controlada por Los Zetas al igual que la mayoría del sur, oriente y norte de la zona metropolitana de Monterrey, pero ahora el cártel del Golfo disputa el territorio. Incluso se han detectado células del cártel de Sinaloa que han entrado a la ciudad a combatir también contra “los de la última letra”.
Reclutan a jóvenes
Por las detenciones que han efectuado las fuerzas federales, se sabe que el perfil de los delincuentes reclutados por los cárteles es gente joven, de entre 17 y 26 años, en su mayoría hombres, aunque cada vez hay más mujeres que son empleadas como informantes. Cada pistolero porta por lo regular una ametralladora AK-47 cuerno de chivo calibre .762, cinco cartuchos con 30 balas cada uno, una pistola —calibre .9mm, .38 ó .40— también con cinco cargadores y tres granadas de mano.
“Andan bien armados. El calibre .762 está prohibido hasta por la OTAN y en tratados internacionales por el daño que hace a los oponentes. Cada vez que escuchamos uno, no es que nos dé miedo pero sí le tenemos respeto. Combatimos contra cuernos de chivo, nosotros traemos rifles M-16 con calibre más bajo; ellos traen camionetas blindadas y otras modificadas a las que llaman monstruos, con una de esas pueden arrastrar o partir una unidad de nosotros porque no están blindadas”, cuenta el comandante Praxedis una vez que su unidad de 20 hombres y cinco vehículos avanza.
“Un día detuvimos a unas halcones (mujeres informantes) que nos llevaron a una casa de seguridad. Era una trampa e intentaron emboscarnos, pero afortunadamente llevábamos un dispositivo táctico efectivo y nos libramos, luego llegaron los refuerzos y un helicóptero, pero debemos combatir y cuidarnos de los dos cárteles.
“Nosotros entramos a poner orden por la violencia de Los Zetas, pero los del Golfo vieron la oportunidad para ganar territorio. Y también vamos contra ellos. Una vez agarramos a cuatro golfos que andaban secuestrando y la gente de aquí hasta nos aplaudió. Nomás nos quedamos con ganas de decirles que sólo es nuestro trabajo”.
El convoy avanza por la Carretera 85, a la altura del municipio de Santiago en donde el 18 de agosto de 2010 el alcalde Edelmiro Cavazos fue secuestrado por la policía de ese lugar al servicio de Los Zetas y asesinado, hay más señalizaciones viales pintadas por uno y otro cártel con sus siglas: C.D.G y Z. Ellos están por ahí. Invisibles, pero reportan por el radio en todo momento la ubicación de los marinos, cuántos van, si llevan civiles a bordo, si hay detenidos, si frenan, si dan vuelta.
“La Pelirroja”
En Nuevo León el ser halcón es un delito, pero ahora los delincuentes se cuidan. Los radios de frecuencia los sustituyen por Nextel, hablan en clave, no dan nombres y ponen seudónimos a todo: a los marinos les llaman “popeyes”, “los del agua” y a sus camionetas les dicen “las rapiditas” o “las grises”. Los informantes de los dos cárteles no dejarán de reportar detalles hasta que los marinos regresen a su base.
“Los del Golfo lograron meter en la ciudad un grupo de unos 18 y comenzaron las balaceras y los asesinatos. Fue una reacción tras el asesinato de La Pelirroja, una pareja sentimental de un líder del cártel de Tamaulipas que Los Zetas colgaron de un puente. Ahora han enviado a más y pelean calle por calle para controlar la zona metropolitana”, explica un estratega, cuyo nombre no puede revelarse.
Fue desde entonces que Monterrey se llenó de muertos. Hubo 33 en un día, el más violento desde 2007. Hubo personas que colgaron vivas desde los puentes y mataron a balazos a distancia. A otras les prendieron fuego. Es la guerra que desató al diablo en Monterrey. La escalada de violencia crece. Y el gobierno regio se esfuerza por borrar las huellas de las batallas. Tapa pintas, resana balazos y limpia la sangre.
“Luego de un enfrentamiento vienen a limpiar. Dejan como si nada hubiera pasado. Aquí la violencia se da al caer la noche, pero a veces en el día cuando los cárteles se encuentran se dan ‘los topones’. A veces quedamos en medio. Buscamos poner la paz y somos atacados por los dos”, cuenta el comandante Orlando. En Enero le reconstruyeron la rodilla izquierda, una bala de cuerno de chivo se la destrozó.
El calor llega casi a los 40 grados. Es la una de la tarde. En su convoy, en el que van jóvenes de 20 y 21 años, hay siete elementos enfermos del estómago. Avanzan por el municipio de Guadalupe, la zona sur que les toca patrullar y que prefieren hacerlo de noche. Un combate de día es un infierno. Hoy todo está en calma. Pero acuérdese, sentencia, el que busca encuentra y así a veces ocurren los ‘topones’.
De acuerdo con los órganos de inteligencia de las fuerzas armadas, estos son los lugares de la zona metropolitana de Monterrey que estaban controlados por Los Zetas: San Pedro Garza García y Guadalupe (al sur), Apodaca (oriente) y San Nicolás de los Garza y General Escobedo (norte), mientras que el poniente y partes del centro de la capital regia las compartían con otros cárteles como el del Golfo y el de Sinaloa antes de que se declararan la guerra. En Guadalupe y Apodaca ocurre el mayor números de hechos violentos.
En medio de la carretera está escrito “Cártel del Golfo”. El convoy se detiene, es casi media noche. Del lado norte de este camino es territorio zeta, a unos metros, en el sur, están atrincherados los del cártel del Golfo. Es uno de los frentes de la guerra que libran estos dos cárteles para adueñarse de la capital industrial de México: Monterrey. En esta historia hay ojos que lo ven todo, oídos que lo escuchan todo y manos que pueden tocarlo todo, por eso aquí no habrá nombres reales.
Hace 10 minutos el comandante Praxedis alertó: entraban a zona caliente. Las camionetas se colocan en zigzag y cierran el camino. Un cielo rojo, iluminado por las llamas de la chimenea de una gasera próxima a Cadereyta, dibuja las siluetas de marinos que aseguran el perímetro. Los faros y lámparas de mano rompen la oscuridad. En las bardas de los lados hay otras pintas: “Aquí andamos al 1000%. Territorio C.D.G.” y “Salganle al toPon Att el Loko Zetas (sic)”.
“Interceptamos unos mensajes. Decían que 200 ‘guapos’ venían (desde Tamaulipas) a reforzar la guerra contra ‘Los Mugrosos’. Así le llaman los del Golfo a Los Zetas. Entonces explotamos la información, recibimos denuncias ciudadanas y hemos dado con casas de seguridad en las que los golfos se están atrincherando para avanzar hacia la ciudad y sacar a Los Zetas. Aparecen pintas y hay enfrentamientos”, narra el comandante Praxedis, mientras revisan los alrededores.
Detrás del Cerro de la Silla, emblema de la capital donde se concentra gran parte del poder industrial y económico de México y viven los personajes más ricos, una batalla se libra día y noche, en lo que para los estrategas de las fuerzas federales es uno de los últimos bastiones para contener el avance de la violencia. Es el triángulo que forman las carreteras Santiago-Cadereyta de Jiménez-Allende, ubicadas al sureste, afuera de la zona metropolitana. Y más al oriente hacia Guadalupe.
La Marina Armada de México le da seguimiento a este nuevo frente de guerra que hace poco más de tres semanas se abrió. Esta zona era controlada por Los Zetas al igual que la mayoría del sur, oriente y norte de la zona metropolitana de Monterrey, pero ahora el cártel del Golfo disputa el territorio. Incluso se han detectado células del cártel de Sinaloa que han entrado a la ciudad a combatir también contra “los de la última letra”.
Reclutan a jóvenes
Por las detenciones que han efectuado las fuerzas federales, se sabe que el perfil de los delincuentes reclutados por los cárteles es gente joven, de entre 17 y 26 años, en su mayoría hombres, aunque cada vez hay más mujeres que son empleadas como informantes. Cada pistolero porta por lo regular una ametralladora AK-47 cuerno de chivo calibre .762, cinco cartuchos con 30 balas cada uno, una pistola —calibre .9mm, .38 ó .40— también con cinco cargadores y tres granadas de mano.
“Andan bien armados. El calibre .762 está prohibido hasta por la OTAN y en tratados internacionales por el daño que hace a los oponentes. Cada vez que escuchamos uno, no es que nos dé miedo pero sí le tenemos respeto. Combatimos contra cuernos de chivo, nosotros traemos rifles M-16 con calibre más bajo; ellos traen camionetas blindadas y otras modificadas a las que llaman monstruos, con una de esas pueden arrastrar o partir una unidad de nosotros porque no están blindadas”, cuenta el comandante Praxedis una vez que su unidad de 20 hombres y cinco vehículos avanza.
“Un día detuvimos a unas halcones (mujeres informantes) que nos llevaron a una casa de seguridad. Era una trampa e intentaron emboscarnos, pero afortunadamente llevábamos un dispositivo táctico efectivo y nos libramos, luego llegaron los refuerzos y un helicóptero, pero debemos combatir y cuidarnos de los dos cárteles.
“Nosotros entramos a poner orden por la violencia de Los Zetas, pero los del Golfo vieron la oportunidad para ganar territorio. Y también vamos contra ellos. Una vez agarramos a cuatro golfos que andaban secuestrando y la gente de aquí hasta nos aplaudió. Nomás nos quedamos con ganas de decirles que sólo es nuestro trabajo”.
El convoy avanza por la Carretera 85, a la altura del municipio de Santiago en donde el 18 de agosto de 2010 el alcalde Edelmiro Cavazos fue secuestrado por la policía de ese lugar al servicio de Los Zetas y asesinado, hay más señalizaciones viales pintadas por uno y otro cártel con sus siglas: C.D.G y Z. Ellos están por ahí. Invisibles, pero reportan por el radio en todo momento la ubicación de los marinos, cuántos van, si llevan civiles a bordo, si hay detenidos, si frenan, si dan vuelta.
“La Pelirroja”
En Nuevo León el ser halcón es un delito, pero ahora los delincuentes se cuidan. Los radios de frecuencia los sustituyen por Nextel, hablan en clave, no dan nombres y ponen seudónimos a todo: a los marinos les llaman “popeyes”, “los del agua” y a sus camionetas les dicen “las rapiditas” o “las grises”. Los informantes de los dos cárteles no dejarán de reportar detalles hasta que los marinos regresen a su base.
“Los del Golfo lograron meter en la ciudad un grupo de unos 18 y comenzaron las balaceras y los asesinatos. Fue una reacción tras el asesinato de La Pelirroja, una pareja sentimental de un líder del cártel de Tamaulipas que Los Zetas colgaron de un puente. Ahora han enviado a más y pelean calle por calle para controlar la zona metropolitana”, explica un estratega, cuyo nombre no puede revelarse.
Fue desde entonces que Monterrey se llenó de muertos. Hubo 33 en un día, el más violento desde 2007. Hubo personas que colgaron vivas desde los puentes y mataron a balazos a distancia. A otras les prendieron fuego. Es la guerra que desató al diablo en Monterrey. La escalada de violencia crece. Y el gobierno regio se esfuerza por borrar las huellas de las batallas. Tapa pintas, resana balazos y limpia la sangre.
“Luego de un enfrentamiento vienen a limpiar. Dejan como si nada hubiera pasado. Aquí la violencia se da al caer la noche, pero a veces en el día cuando los cárteles se encuentran se dan ‘los topones’. A veces quedamos en medio. Buscamos poner la paz y somos atacados por los dos”, cuenta el comandante Orlando. En Enero le reconstruyeron la rodilla izquierda, una bala de cuerno de chivo se la destrozó.
El calor llega casi a los 40 grados. Es la una de la tarde. En su convoy, en el que van jóvenes de 20 y 21 años, hay siete elementos enfermos del estómago. Avanzan por el municipio de Guadalupe, la zona sur que les toca patrullar y que prefieren hacerlo de noche. Un combate de día es un infierno. Hoy todo está en calma. Pero acuérdese, sentencia, el que busca encuentra y así a veces ocurren los ‘topones’.
De acuerdo con los órganos de inteligencia de las fuerzas armadas, estos son los lugares de la zona metropolitana de Monterrey que estaban controlados por Los Zetas: San Pedro Garza García y Guadalupe (al sur), Apodaca (oriente) y San Nicolás de los Garza y General Escobedo (norte), mientras que el poniente y partes del centro de la capital regia las compartían con otros cárteles como el del Golfo y el de Sinaloa antes de que se declararan la guerra. En Guadalupe y Apodaca ocurre el mayor números de hechos violentos.
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