viernes, 24 de agosto de 2012

Los diputados locales, mucho por mejorar y el desafío de la democracia participativa

XIMENA PEREDO (El Norte, 120824)

El conflicto por la coordinación de la bancada panista en la próxima Legislatura local ha salido de control. Qué bueno.  La disidencia muchas veces es comparsa. Es verdad que este grupo está manifestando una inconformidad, pero al candidatear como coordinador alterno a Enrique Barrios demuestran que el debate nació muerto. Es decir, la ciudadanía no podría precisar en qué se diferencia Ruiz de Barrios, pues ambos fueron incondicionales de Fernando Larrazabal y de su trayectoria no es posible rescatar alguna decisión valiosa, sino todo lo contrario.

Es de celebrar que la agonía de la representación nos está convocando a reconocer la obsolescencia de un régimen que evita que la ciudadanía esté informada, participe y tome decisiones sobre su futuro. La Legislatura que concluye se caracterizó por una sordera deliberada, por una ausencia de preparación en técnica legislativa. Fue una generación de Diputados improvisados, abocados a la politiquería, fanfarrones y prepotentes. La deuda que dejan con organizaciones de la sociedad civil es histórica. No hay un solo grupo que promueva la agenda ciudadana en Nuevo León que pueda reconocerse representado y valorado por sus Diputados. Los ciudadanos fuimos maltratados y burlados. No lo olvidaremos. Si bien podríamos creer que las condiciones políticas van de mal en peor, es preciso reconocer que el desastre llama a la organización y a la cooperación. Que este desastre nos acerque a un esquema de democracia participativa es responsabilidad nuestra.

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