HUGO L. DEL RÍO
Los deformes enanos de nuestra clase política –de alguna forma hay que llamarla— pelean, en una competencia muy cerrada, por la corona del rey de la ignominia. Ha entrado en el juego un vigoroso atleta del cinismo y la desvergüenza: el secretario de Educación José Antonio González, para pena de todos, ex rector de la UANL. El responsable de la instrucción pública invita a los maestros de la Máxima Casa de Estudios a ingresar al PRI y aportar su esfuerzo al triunfo electoral del partido. No tengo nada contra el tricolor ni los otros institutos políticos: lo que me crispa es ver y oír al titular de la SE, quien hasta hace poco portaba la venera de la Rectoría, en plan de sargento reclutador de aspirantes a hueso.
La Universidad Autónoma de Nuevo León es una de las pocas instituciones que todavía merecen respeto. Ello, pese a una que otra gracia de zutano o mengano, como el sainete de la escuela de contadores. Ignoro qué pensará González, si es que piensa: la Universidad no es, o por lo menos nunca debe ser una imprenta especializada en títulos que adiestra a técnicos acríticos ajenos a todo lo que es cultura y lucha social. Hemos tenido rectores de gran estatura intelectual y moral. Pero, obviamente, JAG circula en otro circuito. El secretario de Educación será, también, hombre de letras…de letras de cambio.
Qué diferencia con lo que es un verdadero rector como José Narro Robles, timonel de esa gran nave que es la UNAM. Dice el doctor Narro Robles: “La UNAM debe mantener su papel de conciencia crítica de la nación, debe continuar por la vía del análisis y el debate sobre los principales problemas del país y, por supuesto, debe aportar propuestas para contribuir a su solución”. Y recalca: “El silencio es un cobarde cómplice de los desastres”. Así hablan los auténticos universitarios. En un contraste que duele por el amor que nos inspira la UANL, González, quien habla con errores de ortografía, berrea cosas como “fortalecer…las líneas de acción” con el priísmo. El tío quiere fémur de mamut. De acuerdo: es nutritiva la médula del hueso, pero no use a la Universidad para fines tan mezquinos. El tamaño moral de los hombres se corresponde en este caso no con sus sueños --porque, como dijo un verdadero rector, don Raúl Rangel Frías, nadie alienta sueños de miseria espiritual ni imagina pendejadas—sino con sus ambiciones. Ya, nombren a JEG regidor de Agualeguas, que no da para más, y hagan que desaloje esa Torre que contamina con sus sucias apetencias.
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